LUCAS Y ALEJANDRO MONTENEGRO

Una Historia de amor, entre dos mundos opuestos 
En los callejones oscuros y estrechos de la bulliciosa ciudad, Lucas se sentaba con la mirada perdida en el horizonte. Sus ropas desgastadas y sus ojos tristes eran reflejo de una vida marcada por la soledad y la falta de oportunidades. Convertido en un mendigo por circunstancias difíciles, vivía al margen de una sociedad que a menudo lo ignoraba.

Una tarde de invierno, mientras la lluvia caía implacablemente sobre la ciudad, Lucas estaba sentado en su rincón habitual, abrazándose a sí mismo para mantenerse cálido. Suspiró al darse cuenta de que esa noche, como muchas otras, pasaría con el estómago vacío y sin un techo sobre su cabeza.

Sin embargo, algo inesperado sucedió esa noche. Desde la distancia, Lucas notó cómo un imponente automóvil negro se acercaba lentamente. Al principio, pensó que se trataba de algún rico empresario o político que se dirigía a alguna reunión importante. Pero para su sorpresa, el vehículo se detuvo justo enfrente de él.

La puerta del conductor se abrió y de ella emergió un hombre vestido con elegancia. Alejandro Montenegro, un magnate exitoso y reconocido en el mundo de los negocios, bajó del auto. Sus ojos se posaron en Lucas, y algo en su mirada transmitía una mezcla de compasión y curiosidad.

—Hola, buen hombre —dijo Alejandro con una voz suave—. Parece que necesitas ayuda en esta noche fría y lluviosa.

Lucas, sorprendido por la amabilidad de aquel desconocido, asintió tímidamente.

—Sí, señor. Cualquier cosa que pueda brindarme será de gran ayuda.

Alejandro sonrió y extendió un paraguas para proteger a Lucas de la lluvia. Luego, sacó un termo de café caliente y le ofreció un sorbo reconfortante.

—Toma, esto te ayudará a calentarte un poco —dijo con gentileza.

Lucas aceptó el gesto agradecido, pero no pudo evitar preguntarse por qué alguien como Alejandro, un hombre adinerado y ocupado, se preocuparía por un mendigo en la calle.

—Perdona mi curiosidad, pero ¿por qué te tomas el tiempo para ayudarme? —inquirió Lucas.

Alejandro se sentó a su lado y respondió con sinceridad.

—He pasado por momentos difíciles en mi vida, y la compasión de algunas personas fue lo que me ayudó a salir adelante. Solo quiero hacer algo por alguien que lo necesite, así como lo hicieron conmigo en su momento.

Aquellas palabras tocaron el corazón de Lucas, quien sintió una conexión especial con el millonario en ese instante. Esa conexión, como un hilo invisible, comenzó a unir a dos personas que aparentemente eran tan diferentes.

Sin saberlo, ese encuentro inesperado marcaría el inicio de una amistad única, una que trascendería las barreras sociales y culturales para demostrar que la diversidad sexual y la empatía pueden encontrar su lugar en el corazón humano, sin importar la situación económica o el estatus social.

Continuará…

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